¿Cuál es la actitud de tu mente?
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03/05/2024En el año 2006 se estrenó una película protagonizada por Adam Sandler, llamada “Click, perdiendo el control”, en donde básicamente al actor le concedieron un “control universal” tan poderoso que podía adelantar el tiempo, pausar escenas de su vida, cambiar de idiomas y hasta poner en “mute” (silenciar) a las personas. ¡Era todo un sueño hecho realidad! Poder adelantar escenas de su vida por las cuales no quería atravesar, procesos laborales o hasta la cena con los suegros… todo esto y más lo hacían sentir como un dios controlando su propia vida. ¿Alguna vez quisiste tener este control?
Pero el pequeño detalle que no tuvo en cuenta, es que una vez que él empezó a tener “dominio” sobre su vida, el tiempo se le escapaba de las manos. Y no solo eso, sino que -desde nuestro punto de vista como hijos del Señor- había dejado de lado a Dios.
Como era de esperarse, y sin spoilear más sobre la película, todo se salió de su control y terminó siendo una pesadilla.
Esto me lleva a algunos capítulos en Éxodo, en donde luego de que los israelitas cruzaron el Mar Rojo y vieron las maravillas de Dios, luego de haber hecho cánticos alabando al Señor, dice en el capítulo 15, versículo 22, que partieron del Mar Rojo y salieron al desierto de Shur, y anduvieron tres días sin hallar agua hasta que llegaron a Mara en donde solo encontraron aguas amargas, y empezaron a murmurar. Entonces, Moisés clamó a Jehová y Él hizo que las aguas se endulcen, además de esto le dio una ordenanza: “y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador” (Éxodo 15:26). Dice incluso en la palabra que, luego de esto, llegaron a Elim, lugar donde había doce fuentes de agua y setenta palmeras, y acamparon allí.
Sin embargo, poco duró el contentamiento de ellos, ya que después partieron a otro desierto, y empezaron nuevamente a quejarse y murmurar porque no tenían qué comer, diciendo que: “ojalá hubieran muerto en la tierra de Egipto” ¡en donde eran ESCLAVOS!”
Como era de esperarse, Dios proveyó alimento, pero luego vino nuevamente la queja, creando un círculo de murmuración y falta de contentamiento casi interminable.
En este caso, ellos no tenían un control para adelantar el proceso, pero ¡vaya que lo pedían!
Lo mismo pasa muchas veces con nosotros, no nos cuesta decir “heme aquí”, no nos cuesta partir, no nos cuesta recibir las promesas de Dios, pero apenas llega un problema o un proceso, apenas empezamos a padecer, reclamamos a Dios, nos quejamos, y queremos adelantarlo todo. Queremos que Dios nos use, pero ¿estamos dispuestos a comprender que todo tiene un proceso? Porque no hay victoria sin pelea, pero no debemos olvidar que quien pelea por nosotros es Dios.
Soltemos la necesidad de tener todo bajo nuestro control, de querer tenerlo todo sin pasar por un proceso, o de quejarnos cuando Dios nos hace atravesar un desierto, porque al fin y al cabo todas las cosas ayudan a nuestro bien.
Entreguémosle a Dios nuestra vida por completo, hagámosle protagonista, depositemos en Él toda nuestra confianza, aún en tiempos difíciles. No hay mejor cosa que atravesar una vida de la mano de Dios.