¿Cómo elegir buenos amigos?
03/05/2024Liderazgo del Espíritu
07/05/2024Estamos ante un creciente ritmo de vida que genera presión de tiempo y esfuerzo. A su vez, sin una buena organización y calendarización, junto con la asociación de los patrones de personalidad y carácter, nos predisponen a desarrollar y a acumular estrés. En consecuencia, se experimentan síntomas cuyo origen a veces parece inespecífico: insomnio, irritabilidad, poca tolerancia, angustia, dificultad para concentrarnos, cambios en los hábitos alimenticios…
¿Cómo evitar estresarse?
- Desarrolla intimidad con Dios: Pasar tiempo meditando en su Palabra y orando, brinda confianza y dependencia de Dios en que todo lo que necesites será suplido por Él.
- Enfócate en tus proyectos y propósitos: Hay 3 tipos de asuntos: Los míos, los tuyos y los de Dios. Si la aplicación de la solución al problema no se encuentra en tus manos, significa que tienes una perspectiva equivocada. Cuando sientas estrés o soledad, pregúntate: ¿en los asuntos de quién estoy? Y vuelve a los tuyos.
- Reinterpreta y replantea tus pensamientos. Si te afliges por algo externo, no es eso lo que te importuna, sino el juicio que haces al respecto. Por eso, busca lo bueno en todo lo que vives y piensas y desecha lo malo.
- Haz tu mejor esfuerzo y disfruta de los resultados. Es decir: suelta los resultados ya que no están bajo tu control. Cuando no tienes apego al efecto de las situaciones o de las acciones que realizas, entonces eres libre.
- Deja de buscar la aprobación de los demás. Eso te lleva a vivir en función a expectativas ajenas, transformándote como un camaleón y aceptando cosas que no deseas.
- Reconoce y selecciona tus emociones. Aunque es una opción aceptar o no la ofensa, aceptarla implica la contaminación de las emociones y pensamientos. Eso desencadena malestar emocional y afectivo (enojo, ira, rencor, rabia…). La elección de las emociones es el ejercicio del acto volitivo, es decir: tú eliges las emociones que vas a experimentar.
- Perdona, hazlo por ti. “Perdonar es liberar a un prisionero y descubrir que el prisionero eras tú”. Rechazar la ofensa no significa ignorarla, sino activar al PERDÓN como un antivirus que no permite que la ofensa permee en tu mente.
- Se tú mismo/a. No te compares con los demás ni para estimarte o subestimarte, porque te separa de la gente. Ninguna persona tiene más valor que otra.
- Deja de buscar seguridad en lo externo ya que es una fuente segura de estrés. Lo externo cambia y escapa de nuestro control. Busca la paz, ya que no puedes controlar lo que pasa a tú alrededor pero sí cómo te sientes al respecto.
- Ama y sé agradecido con Dios y con todos. Ama aunque no seas retribuido, porque el único amor que puedes sentir es el que está dentro tuyo. Así que deja de enfocarte en ser querido y enfócate en amar.
- Practica deportes y cultiva amistades que edifican. El deporte es una fuente natural para drenar las tensiones físicas diarias, y si a eso le sumas las buenas compañías, es vitalmente sano.
10 conductas y/o actitudes que generan estrés:
- Aplazar, disminuir o abandonar tiempos de oración y meditación de la Palabra de Dios.
- No descansar y en el intento de hacerlo, optar por mirar programas de TV o navegar por Internet restando horas al sueño.
- Pasar más de 3 horas sin comer algo o comer de forma apurada.
- Permitir que el mal humor de los demás te afecte.
- Tener una fe negativa, creencias y pensamientos de derrota o incapacidad de superar adversidades.
- Guardarse para sí mismo/a los problemas y no compartirlos con amigos, familiares o profesionales, quienes podrían ayudar a encontrar la guía y la salida al conflicto.7. No disponer de un día libre de actividades laborales para descansar y a compartir con la familia.
- Al final del año, dejar de hacer uso de vacaciones, pensando que “implica gastos extras y no son necesarias”.
- No hacer o disminuir la rutina de ejercicios físicos.
- Pasar la mayor parte del tiempo experimentando emociones y sentimientos negativos como: rabia, soledad, ira, frustración, etc.
- Carecer del uso del mecanismo de limpieza mental, emocional y espiritual por excelencia: el Perdón.