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03/05/2024En Romanos 12:10 dice: “Ámense unos a otros con un afecto genuino y deléitense al honrarse mutuamente”. Uno de los elementos más importantes en la vida de una familia es “aprender a deleitarnos en honrarnos mutuamente”, no solamente deleitarse en comer un buen asado, que sé que es una linda práctica familiar en Paraguay, porque más importante que eso es que usted aprenda la delicia, lo sabroso, lo gratificante y lo refrescante que es para una familia honrarse mutuamente.
¿Qué es la honra?
Es una mezcla de humildad y de gratitud que te lleva a fuentes primeras de tu existencia y descubres radicalmente que dependiste de muchos, especialmente de Dios, de tus padres y de cada persona que ha sembrado algo en tu vida.
¿Qué es honrar?
Es demostración de aprecio, respeto y reconocimiento que se hace a alguien por sus virtudes y sus méritos. En griego es el verbo “timao”; significa tener una gran estima a una persona y considerarla preciada, con gran valor y aprecio. Es esa combinación de gratitud y humildad.
Cuando usted empiece a descubrir el poder de la honra, se deleitará porque se dará cuenta que la relación que usted tiene con su esposo/a y con sus hijos tendrá vida dentro del hogar, porque entre tantas cosas, eso es lo que produce la honra: Vida.
Si tan sólo usted da el primer paso de honrar a los miembros de su familia, con el tiempo el resto lo hará y hasta puede convertirse en una costumbre muy bonita. Uno a veces piensa: “Si mi esposo/a fuera diferente las cosas serían mejores”, pero tu hogar es el retrato de lo que tú eres en esencia; de lo que hay en tu corazón. Y como padres, tenemos la responsabilidad de desatar ese principio de la honra, no sólo debemos esperar que los hijos nos honren, sino, honrarlos nosotros a ellos.
Usted no puede honrar a alguien si no está agradecido, no puede honrar genuinamente a alguien si no tiene humildad. Pues honrar es presentarse delante de una persona a quien uno considera importante con humildad, para decir “gracias”, “gracias por lo que hiciste/dijiste/hablaste/ pensaste. Gracias”. Es decir: “Con humildad vengo delante de ti para agradecer por esa cualidad que tienes en tu vida”.
Siempre queremos que la gente trate bien a nuestros hijos, es más, nos molestamos cuando alguien los trata mal. Cuando no se les da el respeto necesario, nuestro corazón salta, queremos que la gente los respete y honre. Pero, para que tus hijos puedan crecer sabiendo lo que es habitar en la honra, tienen que recibirla primero en la casa.
Es muy triste ver padres que están dispuestos a cumplir con horarios para quedar bien con otros, pero no les importa quedar mal con sus hijos y cambiarles los planes. No les interesa si quedaron a las cinco con ellos, no les importa si quedaron en sacarlos al cine en la tarde; cualquier acuerdo que hayan hecho con los hijos son cambiables. Eso es lo peor que se puede hacer.
Tú tienes que aprender a honrar el valor de tus palabras con tus hijos, tienes que aprender a respetar tu compromiso con ellos y tienes que honrar cada acuerdo que han hecho juntos. Pues “Honrar” es dar preminencia, es dar primer lugar, es dar preferencia.
Dicen las escrituras que cuando nuestro Señor Jesucristo estaba a punto de entrar en el momento más difícil de su vida, que era la crucifixión, la pasión, Él se apartó a un lugar junto con sus colaboradores más cercanos. En ese momento, Jesús experimentó lo que se llama la “transfiguración”; allí viene una voz del cielo que dice: “Éste es mi Hijo amado, a Él escuchad”. Leemos por lo que explica el Apóstol Pedro que, en ese momento Dios estaba vistiendo de gracia y de honra a Jesús.
Aprendamos de nuestro Dios, vístanse de honra al tenerse respeto, preminencia, gratitud el uno al otro, sobre todo humildad.
Por los Pres. Guillermo y Milagros Aguayo