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25/04/2024Existen parejas que se apresuran a dar pasos importantísimos, como el casarse. Algunas decisiones no tienen solidez ni fundamento, ni están amparadas bajo los principios de la Palabra de Dios. Entonces, es fácil notar cuando se está pisando sobre arena y no sobre roca firme.
“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.” Mateo 7:24-27
Cuando desciende la lluvia y soplan los vientos sobre los “matrimonios sobre arena”, empiezan las visitas a consejería. Casi siempre estas parejas no escuchan el consejo que se les da en el noviazgo; priorizan los factores carnales antes que los espirituales; no tienen en cuenta que con su matrimonio fusionan dos familias, que deben entenderse y relacionarse, y que, si no lo hacen, no hay bendición. Algunos tienen un noviazgo muy corto y apenas alcanzan a conocerse, otros optan por el extremo contrario: lo prolongan demasiado tiempo y se recuestan en la costumbre.
La importancia del tiempo
De todos esos factores, hago hincapié en el tiempo: no conocerse lo suficiente es empezar el matrimonio parado sobre arena. El apresuramiento desencadena en problemas. ¿Te imaginás compartir toda la vida con alguien desconociendo sus debilidades, cuya familia es un enigma para vos y no has comprobado si tu cónyuge será económicamente estable?
La estabilidad no solo debe ser financiera sino emocional. Hay que mirar la madurez, la capacidad de compromiso, de sacrificio y de responsabilidad; pero todo ello solo es comprobable a través de las experiencias y el transcurrir de un tiempo prudencial.
También cabe mencionar el problema de “espiritualizar todo” y no pisar tierra. Hay que vivir sobre la roca, no en las nubes. Una vez me dijeron: “Pastor, me tengo que casar el 7 de julio de 2007, es el 777, es profético, el número de Dios”. ¿Es eso motivo para casarse? Les cuento otra anécdota: “Pastor, estuve orando por mi esposo y justo le conocí a él”. Mi pregunta es: ¿y si aparece otro, y otro y otro? ¿Con cuál te quedás? Eso es decidir sobre la base de coincidencias.
Traten de fijarse cómo el novio/a sirve y ama a Dios. Mucho cuidado con el yugo desigual. El “yo le voy a predicar” después de casados, es construir sobre arena. Noten si hay extralimitaciones desde temprano, eso irá en incremento a medida que pase el tiempo.
El cristiano vive por fe, es cierto. A veces no se empieza con todo lo que uno quiere. Hay tiempos de escasez, pero lo importante es que la pareja esté firme en el Señor Jesús, en la roca. Aunque vengan las tempestades, la casa –el matrimonio- permanecerá.
Que todos esos factores mencionados nos den una radiografía de si quien está a nuestro lado está parado sobre la roca o no. No miren solo la apariencia ni se basen estrictamente en sentimientos. El matrimonio es mucho más que un sentimiento.
Concluyo con esta frase: “noviazgos sobre la roca… matrimonios que perduran”. Hasta la próxima mis amados, Dios les bendiga.
Por el Pr. Tito López Moreira