Derribando mitos sobre la “Toxoplasmosis”
07/05/2024¿Es difícil el matrimonio?
07/05/2024Normalmente los matrimonios acuden a consejería por un padecimiento agudo, por la necesidad de atender y solucionar lo que les aqueja en ese momento, pero se percatan que el problema viene desde muy atrás, que es más complejo y profundo de lo que pensaban. Se dan cuenta que la mayoría de sus problemáticas no obedecen a causas notorias y de súbita aparición sino que, iniciaron por haber dejado ingresar en sus vidas a los enemigos silenciosos del matrimonio:
- El alejamiento gradual de la pareja. Con el tiempo, las ocupaciones en que ambos se ven envueltos, el nivel de exigencia, apuro y saturación de la vida laboral y familiar, terminan por distanciar a los cónyuges y hacer muy escasas las oportunidades cotidianas para compartir como pareja. Contribuye a ese alejamiento la atención que ambos dedican al cuidado, crianza y educación de los hijos. Por eso, se puede y se debe ser padre o madre (responsable, dedicado/a y amoroso/a), sin dejar de ser cónyuges cercanos, apasionados y románticos.
- El descuido de los detalles y de las muestras de interés. La mayoría admite haber extraviado en el camino los detalles de afecto, las pequeñas cosas que a ambos les atraían y el interés por presentarse en sus mejores versiones.
Algunos matrimonios hasta consideran innecesarias las expresiones afectivas y románticas. Al menos así lo manifiestan inicialmente, pero profundizando en las conversaciones, terminan por admitir su hondo anhelo de volver a sentir la ilusión y la emoción que provocaba el acercamiento, el intercambio afectivo y romántico de la intimidad conyugal.
El matrimonio no debe ser un lugar donde el amor decrezca y el romance decaiga. Todo lo contrario, debe ser el escenario idóneo donde la relación se consolida y afianza a partir de un amor que es sentimiento y voluntad a la vez, que es intimidad y encuentro intenso, pleno, integral y trascendente.
- La rutina y la costumbre. La falta de novedad, de remozar el vínculo, convierte la convivencia en actividades y responsabilidades predecibles; y el agotamiento no solo sucede a partir de las múltiples ocupaciones que se experimentan, también se produce al hacer siempre lo mismo. La falta de emoción e ilusión en la vida conyugal puede devenir en aburrimiento y cansancio, ambos peligros indeseables del matrimonio.
Retomar el camino a un verdadero encuentro matrimonial es la clave. Debe haber disposición y voluntad, porque el amor genuino perdura aunque esté adormecido y debilitado. Los enemigos silenciosos son vencidos cuando se blinda el matrimonio con un amor que se expresa y manifiesta, que se fortalece y florece, que se siente permanentemente como un fuego que no se extingue nunca.
Por Jesús Rosales Valladares | Consejero de Enfoque a la Familia